miércoles, enero 18, 2006

SOLEDAD

Reconozco tu grandeza,

sufrida huésped que

-a cambio de mis derrotas-

no pagas inquilinato alguno

por la morada que te presto,

este domicilio traidor,

silenciosa fortaleza de un tiempo

que algún día abandonaré, muerto.

Gracias por tu playa de invierno,

tu cielo color estaño,

tus maderos de palabras,

tus olas con sabor a nada.

Me das la libertad para el juego

pero me atas siempre a la memoria.

Me ofreces la sombra de tu cuerpo

siempre disfrazada de virgen,

ceñida lencería de acero

y piernas abiertas de silencio.

Sabia tirana cuyo discurso

siempre está por escribir.

Mosca molesta que te acercas

zumbando al calor de la desgracia.

Estufa de borrachos, a quienes

calientas a base de indiferencia.

¿No te bastó ya

con ser reina de mi juventud,

sabiendo que serás una tormenta

en mi vejez, atesorando lamentos?

Gracias, pero no salgas

más de tu oscuro cuarto,

ingrata compañera de condena.

© Bernardo Bersabé

Madrid, 9 de enero de 2006

3 Comments:

Blogger Marta Alberca said...

No hay ingratas compañeras, es la soledad el animal salvaje, que muere antes de ser domesticado.Gran poema compañero.

4:16 a. m.

 
Blogger Bernardo Bersabé said...

Muchas gracias, Blanquita. Parece ser que mi voz de perro y zángano acumula ladridos frente a las casetas de un inoperante silencio. Seguiremos ladrando. Muy alto!!! Un beso.

4:06 p. m.

 
Blogger Bernardo Bersabé said...

Estoy contigo, compañera. Las ingratas compañías no son más que el propio aliento cuando pretendemos abrigarnos del frío de nuestra propia soberbia. Un beso y más poemas (sabes que te admiro).

4:10 p. m.

 

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