lunes, diciembre 31, 2007

CIUDAD BELEN

Ciudad que dejas atrás uniformes y dudas,
tu rostro aquí -el rostro de mi amor- son tus piernas, las piernas con las que voy caminando.
Ciudad Belén,
abanico que revelas y ocultas la vida
limpia como el motín de un ingente
y tan de piedra, tan lengua en la lluvia,
tan espalda, tan siesta en el mar.
Sonrisa y sol uniendo dos países en guerra
pelo al desanudarse, tormenta en las balcones del crepúsculo.
Tu vientre es el jadeo del mar, la sístole del día.
Afluente y biosfera, marea,
recibes todos los nombres del agua.
Pero tu sexo no tiene seudónimo,
es la otra cara del tiempo,
el dorso de la vida.
Allí cesa toda plegaria,
la belleza no es comprensible
-replegada en sí misma- es vacío
y la luz –cuando estamos juntos- es tiniebla, luz para dos ciegos.
Allí el tiempo se detiene a pensar,
los puntos cardinales nos tientan,
es el lugar donde nos perderemos siempre.
Ciudad Belén,
allí se acaba el tiempo,
aquí comienza para nosotros.

Bernardo Bersabé Diciembre de 2007