viernes, noviembre 11, 2005

Ser o no ser poeta

"Para escribir poesía hay que abrirse al mundo, hay que leer. Hay que atreverse a matar un mal verso para parir un buen poema" Paul Valery.
Hay que salir del agujero de uno mismo, abrir los ojos y el alma, aprender de los que caminan por ella y la enaltecen; hay que respetarla.
Mi admirado Jaime Sabines —poeta nacido en Tuxla Gutiérrez, Chiapas, México, en 1926— dijo: “La libertad se adquiere, paradójicamente, con el mayor rigor y la mayor disciplina. Así es la creación poética. Alguna vez dije que era un ejercicio impúdico, en el que el hombre se tiene que desnudar para escribir. El poeta tiene que darse totalmente en cuerpo y alma. Entonces hay que dejar muchísimo para escribir. No es cuestión de que le dicten a usted todos los poemas. Hay que tener el oído bien despierto, alerta los ojos y toda la piel al descubierto, y escribiendo aprender a escribir, como el nadador que quiere llegar a nadar bien y tiene que meterse al agua todos los días; ése es el hecho de escribir, el ejercicio de escribir, la disciplina de escribir. Sólo a través de muchos años se van obteniendo resultados, únicamente cuando se ha hecho una buena siembra se van cosechando productos consistentes.”
Juan Gelman (Buenos Aires, Argentina, 1930) se expresó en igual sentido: “En realidad ningún poema se termina nunca. Como decía Octavio Paz, el poema no se termina sino que se abandona. La corrección es lícita y necesaria. Yo solía escribir todas las noches, desechaba lo que no me parecía bien, sobre todo cuando veía que asomaba la maquinita de la poesía. En general he escrito series de poemas que se convirtieron en libros o no pero en el término de unos dos o tres meses. Tirar significa eso: tirar a la basura. Pero no hay arrepentimiento.”
Empaparse de esa fe y ese respeto es la única manera de sentir y escribir poesía.