Tenías dulce la pupila al mirarme,
de tu afilada boca brotaban palomas.
Mi mano fría tentaba en la niebla
y apareció tu lámpara encendida,
aquella tarde inmensa.
© Bernardo Bersabé
Salou, 26 de septiembre de 2005
posted by Bernardo Bersabé at 6:14 p. m.
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