viernes, noviembre 03, 2006

DE REPENTE, LA GUERRA

De repente,
estalló la guerra,
como jeringa de azúcar.
Al principio, como un juego de niños.
Más tarde
-cuando el aire quedó dañado-
se calleron las flechas de los relojes
y los murciélagos de sus madrigueras.
Entonces nos dimos cuenta.
Los vidrios del sueño
se habían transformado en cemento;
tenían heridas las calaveras
y roncaban muy cerca las nubes
soltando nieves cargadas de azufre.
La aurora se volvió
una franja de dorada miseria,
convertida en cómplice de la noche.
Los hombres tenían miedo del agua,
cerraban los balcones para amar y,
entre las sábanas, sudaban muerte.
Más tarde,
el sol se partió, dividiendo sueños,
y las infancias quedaron perdidas
en los portales.
De todo aquello tan sólo quedan hoy
las palabras más perversas del mundo.
Hoy sería inútil recordar
aquella paloma blanca que una vez
anidó entre tus dedos inocentes.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Me gusta mucho.

12:29 a. m.

 

Publicar un comentario

<< Home