viernes, junio 30, 2006

ESPEJO IMPERFECTO

A Bienvenida y Araceli, por el regalo de aquellos días imperfectos.
Ésta, su metálica terquedad, reflejó muchas veces tu esplendor
y el universo naciente en los ojos. La hondura del gesto quiso ser casi tangible en sus brumas de plata y, como últimas gotas de un licor amargo, hirió la belleza con niebla en los sueños. Así sostuvisteis las luchas vanas, transfigurando al monstruo, fraguando el eco de su faz, detenida la blancura en sus caricias de luz encendida. Y es todo cuanto ofrece hoy este espejo: la plenitud y el sucumbir del rostro que lo contempla en silencio.
© 2006 Bernardo Bersabé