viernes, marzo 24, 2006

Maneras de mirar

La energía en el placer crea malestar y sufrimiento positivo. Charles Baudelaire. Espiaré al mundo con su forma de mirar, tan afilada. Desecharé sus esquirlas sin afán de posesión alguno. La indiferencia será un estertor controlado, un perro vagando y sus migajas. El hoy no se lo voy a regalar al tiempo. Prometo, eso si, no ocultarme más detrás de la belleza, esa forma de cobardía. Dejaré, por tanto, que mi cuerpo descanse. Daré rienda suelta a mis palabras inútiles. Seguiré, como siempre, tan tercamente viva.

© Bernardo Bersabé

sábado, marzo 18, 2006

Pedro Salinas

35 BUJÍAS
Sí, cuando quiera yo la soltaré. Está presa aquí arriba, invisible. Yo la veo en su claro castillo de cristal, y la vigilan -cien mil lanzas- los rayos -cien mil rayos- del sol. Pero de noche, cerradas las ventanas para que no la vean -guiñadoras espías- las estrellas, la soltaré (Apretar un botón.). Caerá toda de arriba a besarme, a envolverme de bendición, de claro, de amor, pura. En el cuarto ella y yo no más, amantes eternos, ella mi iluminadora musa dócil en contra de secretos en masa de la noche -afuera- descifraremos formas leves, signos, perseguidos en mares de blancura por mí, por ella, artificial princesa, amada eléctrica.

sábado, marzo 11, 2006

Antonio Gamoneda

MALOS RECUERDOS
La vergüenza es un sentimiento revolucionario.
KARL MARX
Llevo colgados de mi corazón los ojos de una perra y, más abajo, una carta de madre campesina. Cuando yo tenía doce años, algunos días, al anochecer, llevábamos al sótano a una perra sucia y pequeña. Con un cable le dábamos y luego con las astillas y los hierros. (Era así. Era así. Ella gemía, se arrastraba pidiendo, se orinaba, y nosotros la colgábamos para pegar mejor). Aquella perra iba con nosotros
a las praderas y los cuestos. Era veloz y nos amaba. Cuando yo tenía quince años, un día, no sé cómo, llegó a mí un sobre con la carta de un soldado. Le escribía su madre. No recuerdo: «¿Cuándo vienes? Tu hermana no me habla. No te puedo mandar ningún dinero...» Y, en el sobre, doblados, cinco sellos y papel de fumar para su hijo. «Tu madre que te quiere.» No recuerdo el nombre de la madre del soldado. Aquella carta no llegó a su destino: yo robé al soldado su papel de fumar y rompí las palabras que decían el nombre de su madre. Mi vergüenza es tan grande como mi cuerpo, pero aunque tuviese el tamaño de la tierra no podría volver y despegar el cable de aquel vientre ni enviar la carta del soldado.

martes, marzo 07, 2006

Luis Martín Santos

...un hombre encuentra en su ciudad no sólo su determinación como persona y su razón de ser, sino también los impedimentos múltiples y los obstáculos invencibles que le impiden llegar a ser, ...un hombre y una ciudad tienen relaciones que no se explican por las personas a las que el hombre ama, ni por las personas a las que el hombre hace sufrir...
(Fragmento de Tiempo de Silencio)